sábado, 18 de agosto de 2007


VIOLENCIA DEL GÉNERO
2007:07:29 18:10:38 GMT 2
1

amaiur



Cada semana dos mujeres son asesinadas por sus maridos en el Estado español. En 2006, hasta la fecha, 70 mujeres estranguladas, quemadas vivas, apuñaladas, disparadas, golpeadas hasta la muerte. Ni la nueva ley contra la violencia de género ni los medios de comunicación ni las instituciones se atreven a abordar las raíces de este fenómeno de asesinatos machistas: cómo se construyen la masculinidad y la feminidad en el régimen heterosexista.



Los valores con que se educa a los niños y niñas, los valores que transmite la cultura dominante por medio del cine, la literatura, la televisión, la educación, son valores homófobos, misóginos, basados en un régimen binario heterosexual donde la mujer es una propiedad del hombre y donde el destino de las personas es devenir heterosexual, casarse y reproducirse, donde el hombre es hombre y la mujer es mujer. Donde los hombres deben ser fuertes, masculinos, dominantes, ganadores, heteros. Donde las mujeres no valen nada, o si valen es porque reproducen los roles de la feminidad: sumisas, dóciles, femeninas, bellas, reproductoras, fieles. Un régimen rígido y binario completamente alienante.



Cualquier deslizamiento de lo masculino (el niño mariquita, el hombre afeminado, el travesti, el gay, la transexual, etc.) es perseguido y castigado desde la infancia, incluso por los propios padres. Cualquier desplazamiento de la imagen de “la mujer” (la lesbiana, la soltera, la mujer con libertad sexual, el marimacho, la trabajadora sexual, el transexual masculino, etc.) es sospechoso o reprimido, y es vigilado constantemente por un régimen silencioso que nunca se pone en cuestión a sí mismo. Una vigilancia de la que todos somos cómplices. Son pequeños detalles, pero su alcance es enorme: esos chistes sobre tu compañera bigotuda o con pelo en las piernas, ese comentario jocoso sobre las camisas de flores del vecino, esa burla en la tele hacia la mujer “fea”, o gorda, o solterona, ese acoso al niño marica en el cole, acoso que ahora llaman bullying pero que lleva existiendo en los colegios españoles desde hace muchos años, ante la pasividad irresponsable de los maestros. Todo estos detalles son también “el género”.



El problema no radica en que las mujeres ya trabajan y son más libres e independientes, como argumenta la iglesia católica en su típica actitud de culpabilizar a la víctima. El problema radica en un modelo de identidad sexual binario e incuestionable, y en un modelo de convivencia caduco, que presupone un vínculo eterno entre los cónyuges: el matrimonio heterosexual.



Nunca se pone sobre la mesa que todas estas mujeres estaban casadas o en procesos de separación. El asesino es el marido. Lo que crea esa ficción de propiedad en el cerebro de los machos heteros asesinos es el contrato en que se basa el matrimonio: “con este contrato sello mi propiedad sobre ti; si lo rompes tengo derecho a matarte, has quebrado las reglas. Y como hombre puedo usar la fuerza, porque en ella se basa mi identidad masculina”. La ley del más fuerte. No se trata de violencia de género, sino de género violento; es el género lo que es violento en sí mismo, su construcción e implantación social se produce por medio de un ejercicio micropolítico de violencia continuo, silencioso, global, desde el origen.



Mientras no se cuestione la vigilancia sobre los cuerpos y los roles sexuales, el régimen que construye lo femenino y lo masculino, la ficción de que sólo hay dos sexos, los modelos vigentes de pareja y de matrimonio, las políticas dominantes de identidad sexual y de orientación sexual, los presupuestos culturales de género en que se basan las sociedades actuales, mientras el régimen heterosexual siga vigente, seguirán produciéndose estos asesinatos contra las mujeres.



Y parece que nadie está dispuesto a cuestionar este régimen. Por lo visto es sólo un problema “doméstico”, personal. Hemos olvidado el clásico lema feminista: “lo personal es político”




Javier Sáez


Octubre 2006



No hay comentarios: